domingo, 18 de octubre de 2009

El consumo de Café en Venezuela!



¡Buenos días Joao Por favor, un “negrito corto bien cargado”, ésta es una típica forma de pedir un café en Venezuela y es que cuando en este país hablamos de café nos encontramos con un hábito de consumo característico del venezolano, íntimamente asociado a los diferentes escenarios de su vida cotidiana.
Marrón, marrón claro, marrón oscuro, con leche, tetero, carga’o, corta’o, guayoyo, carajillo, guarapo,
largo, corto, doble, cappuchino, son algunos de los vocablos que se utilizan en Venezuela para pedir un café.
El café no puede faltar en los diferentes momentos del que hacer diario del venezolano. Según la costumbre de cada persona y el lugar donde se encuentre, a cualquier hora del día, desde el desayuno hasta la cena, es casi obligatorio tomar una taza de café después de las comidas. Temprano en la mañana, en el trabajo durante la jornada laboral, con un cigarrito, con los amigos para acompañar penas y alegrías, para deleitar un rico postre, en la tarde, antes de la cena e incluso después de ésta, el café es un fiel acompañante de aquellos cuyos oficios les exige permanecer despiertos toda la noche.
El café en los hogares venezolanos

En los hogares venezolanos, el café ocupa un importante hábito de consumo, asociado a las prácticas alimenticias, así como también a las relaciones interpersonales. El café se comparte a toda hora con los vecinos, amigos y familiares. El consumo de café está muy arraigado a las tradiciones y costumbres familiares. Es en el núcleo familiar donde se inicia y consolida esta práctica de consumo.
Dependiendo del poder adquisitivo de los consumidores, de las preferencias, costumbres y/o tradiciones familiares, el café se elabora de diversas maneras. Se usan cafeteras de presión tipo italiana comúnmente

conocidas como greca. Otros utilizan cafeteras de goteo o eléctricas con las cuales pueden hasta planificar automáticamente la preparación del café Los más tradicionales, y generalmente en los niveles de más bajos ingresos, el café se cuela pasando agua hirviendo sobre una manga de tela con café molido, mientras que los más sofisticados consumidores de este elixir, prefieren las pequeñas y cotizadas máquinas de expresso, que incluso muelen el café en grano, lo que hace la bebida más autentica y concentrada.
Un café para cada gusto

En Venezuela, el café se consume tostado y molido, y con muy poca frecuencia soluble o instantáneo. Este último, es más popular en la población joven y en aquellas personas que prefieren la comodidad o simplemente no tienen tiempo para dedicárselo a la elaboración que requiere un buen café.
Habitualmente, los venezolanos tomamos el café muy dulce. Se le añade una buena porción de azúcar, algunos la sustituyen por edulcorantes dietéticos, mientras que en el interior del país los consumidores más tradicionales utilizan, el papelón o la melaza de caña.
Asi mismo, es frecuente que en los hogares el café se prepare “guayoyo” es decir, menos concentrado. Sin embargo, en la calle el café de máquina o expresso, generalmente se toma con leche espumosa lo que le da a la bebida una consistencia cremosa. Algunos consumidores, también prefieren tomar café vienés o como erróneamente se denominada en Venezuela cappuchino, es decir, coronado con un copete de crema de leche montada.
Lugares de adquisición

Además de su alto consumo en los hogares, en Venezuela, el café se toma con gran frecuencia en la calle. A toda hora las panaderías, estaciones de servicio, restaurantes y cafeterías ofrecen una buena taza de café. Por ello, cuando se planifica la apertura de algún local dedicado al expendio de alimentos, es indispensable la compra de una máquina industrial de café expresso, inversión que sin lugar a dudas se recupera muy rápido, ya que el consumo de este producto es un importante impulsador de las ventas en este tipo es establecimientos. Otra manera muy popular para adquirir un cafecito son los “marchantes del guayoyito”, hombres y mujeres, quienes en sus hombros llevan un cajón de madera con termos de café casero. Ellos recorren las zonas mas populosas y transitadas de la ciudad, incluyendo las enormes colas que se forman para tomar algún transporte público, obtener algún documento o realizar algún trámite en las puertas de las instituciones públicas. Incluso en los “carritos por puestos” y autobuses podemos encontrar este servicio delivery de café muy dulcito y reconfortante a cualquier hora del día.
Finalmente, encontramos las modernas y cada vez más populares máquinas de café soluble o instantáneo (la más conocida es la de Nescafé). Esta novedosa modalidad de autoservicio, además de ser práctica y cómoda, ofrece preparaciones donde se combina el café con otros sabores, lo cual representa un motivador importante en la compra del producto.

Las prisas de hoy apenas nos dejan tiempo para sentarnos a comer o tomarnos una taza de café. En esta onda de proliferación de la comida rápida o fast food, estas máquinas de café, en los últimos años han ganado buena parte del mercado, especialmente a nivel urbano. Es cada vez más frecuente encontrarlas en los pasillos de los centros de salud, centros de estudio, kioscos de periódicos, pequeños locales, etc.
Este tipo de café es preferido por la población más joven y sobretodo por los nuevos consumidores, quienes tienen la opción de tomar un café no tradicional, saborizado con canela, vainilla o chocolate, este último popularmente conocido como mokachino.
Como hemos visto, en Venezuela el café es una importante práctica de consumo, presente en todas las regiones y niveles socioeconómicos y culturales del país, relacionado además con todos los contextos cotidianos del venezolano (los hogares, las relaciones familiares, el ámbito laboral, las amistades, entre otros).
El consumo de este producto principalmente esta influenciado por las costumbres y tradiciones familiares, así como la motivación que representa la calidad y el aroma que ofrece el producto y en menor grado la disponibilidad en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana y la facilidad en la preparación.
 
Cortesía: María Angélica Urosa Barreto

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